Estábamos al límite de nuestras fuerzas. Como pudimos nos arrastramos hacia el oasis… Pero cuanto más nos acercábamos, más borroso se hacía, hasta que para nuestra desesperación nos dimos cuenta de que se trataba de un espejismo:¿Sabéis qué es un espejismo?Es algo así como una ilusión óptica, lo cual quiere decir que ni el oasis ni Carl Carusso estaban allí en realidad. El calor había jugado a nuestros ojos una mala pasada.Llegó el momento en que la visión del oasis desaparació por completo. Nuestro camello, exhausto, se dejó caer al suelo y se quedó allí tumbado. Nosotros, que no estábamos mucho mejor, nos recostamos un poco en su tripa, que funcionaba muy bien como almohada, cerramos los ojos y nos echamos un sueñecito. Apenas habían pasado 5 minutos vimos cómo una sombra se posaba sobre nosotros. ¿Quizá Carl Caruso nos había encontrado?“¿Quién es Carl Caruso?”, dijo una voz, “¿Y qué demonios hacéis aquí solos en medio del desierto?”. Era un nómada, ya sabéis, uno de esos habitantes del desierto que no tienen una casa fija, sino que se desplazan continuamente de un lugar a otro, sin permanecer mucho tiempo en el mismo sitio.Nos dio agua: ¡uhmmm!… qué bien sabe el agua, especialmente cuando uno está a punto de morir de sed. Nada más beber nos sentimos mucho mejor.Sólo que a Ella el calor se le había subido a la cabeza, y seguía viendo alucinaciones: no paraba de hablar de Carl Carusso, me ponía de los nervios.No recuerdo nada de eso, la verdad… ui, pero me parece a mí que alguien está celoso…Tsss… ¡¿yo, celoso?! ¡Nada de eso!
pimbolinda:Bueno mañana van Ella y Max a Zimbawue!!!
La fiesta de verano sera con un gran concierto de los smashing pancakes en el salon de baile!!!!!!Como ustedes pueden ver todo esta listo para el gran concierto de esta noche!!!!!!!
Ella y Max cuantanos como fue su primer dia en africa.
Ella:Mal Bueno, yo pensé que en el Sáhara encontraría montones de arena para hacer castillos, como hago en la playa, y a mí me encanta hacer castillos de arena, así que cogí mi pala y mi cubo y…… y nos fuimos al Sáhara. Pero vaya chasco, porque claro, para hacer castillos también se necesita agua, y aquí no hay ni el más mínimo rastro de agua. Aún así el Sáhara es precioso: enormes dunas de un intenso color amarillo que se extienden hasta el horizonte. Nos dijeron que es muy peligroso aventurarse sólos en el Sáhara, y que se recomienda unirse a un grupo de turistas, y es lo que hicimos.Nosotros nos unimos a un grupo enorme. Cada turista recibió su propio camello para montar, excepto Ella y yo, que tuvimos que compartir uno … ¡aunque el nuestro tenía dos jorabas! También nos dieron unos pañuelos árabes muy grandes con los que nos envolvimos el pelo y la cara, para protegernos del abrasante sol y de la arena. De repente nos sorprendió una tormenta de arena: ¡fue terrible, no veíamos absolutamente nada! Ni siquiera alcanzabamos a ver nuestras propias manos… y de repente cesó todo, y la tarmonta desapareció tan repentinamente como llegó.Entonces miramos a nuestro alrededor… ¡y estábamos completamente solos! Mirásemos donde mirásemos sólo veíamos arena, ni uno solo del montón de turistas que nos acompañaban. Arena, arena, y más arena: sólo arena por todas partes. Decidimos ponernos en marcha, y como no sabíamos hacia donde caminar nos dirigimos hacia el sol. Y así llevamos ya dos días, y nuestras reservas de agua se están agotando… Incluso nuestro camello tiene mal aspecto… Para, Max, ¡creo ver algo allí atrás!¿Dónde?Allí, mira … ¡es un oasis! … un momento: ¿No es Carl Caruso? ¡Sí, es Carl Carusso! ¡Carl Caruso nos saluda con la mano!¿Cómo, Carl Caruso? No, no me lo puedo creer.¡Que sí, seguro! ¡Nos ha visto y nos va a rescatar! ¡Rápido, vayamos hacia él!
La simpatiquísima bailaora de flamenco me invitó a pasarme por allí anoche y aprender unos cuantos pasos de baile. ¡Y yo encantadísima! Me puse mi traje de flamenco nuevo, saqué brillo a mis zapatos, peine mi pelo hacia atrás, y allí que me fui.No estaba nada mal, para ser sincero – ¡ooops!Ehm.. si… ¡uuups! Caminamos por la misma acera del día anterior, y no tardamos nada en encontrarlos. En cuanto me vio la bailaora flamenca, me llamó para que me acercase y me preguntó mi nombre. “Lela, sí.. digo, no, Ella.. ” – ¡estaba tan nerviosa! La bailaora me dijao “Hola, Ella, yo me llamo Mónica. ¡Qué bien que hayas venido!”. Y entonces le dijo a Max: “¡Y tú, por favor, toca con las palmas el ritmo! ¡Olé!”. Y Max empezó a tocar palmas… pero de un forma un tanto arrítmica, vamos, más bien aplaudió, ¿sabéis? , como en las comedias de televisión cuando el público aplaude cuando ha oí do un chiste…Pues no, la verdad es que no sonaba muy bien. Pero entonces se me acercó el cantaor flamenco, y empezó a tocar las palmas a lavez, y eso ya fue otra cosa, de repente empezó a sonar bien, y Mónica empezó a bailar. “¡Vamos, sígueme!”, le dijo a Ella, pero Ella, por más que se esforzaba, no conseguía que sus brazos y pies se pusiesen de acuerdo. “¡Ella, tienes que vivir el flamenco! Cierra los ojos, y siénte la música dentro de tí”.La hice caso, cerré los ojos, y ¡fue una experiencia fantástica! De repente mis brazos y piernas se movían por sí solos al ritmo de la música, un sentimiento genial, en serio….